Emanuel Lasker. Maestro del tablero y de la vida, y una muy graciosa anécdota.

En el primer dia de una travesía por el Atlántico, mientras paseaba por el salón de fumadores, vió a un hombre sentado solo ante un tablero de ajedrez estudiando una posición. Al pasar por la mesa, Emanuel echó casualmente auna ojeada a dicha posición, y el desconocido le preguntó si jugaba el ajedrez.
«De vez en cuando», contestó Lasker sin faltar a la vedad. "Bueno, entonces siéntese y juguemos unas partidas, - dijo el otro. Yo juego mucho y podemos suplir su falta de experiencia por una ventaja para usted.
En la primera partida le daré la dama. Si usted gana le daré entonces una torre, y así encontraremos nuestras respectivas fuerzas" "Está bien, contestó Lasker" pensando dar al hombre una pequeña lección. Le dejó ganar la primera partida rápidamente, probando su fuerza, luego consiguió perder una segunda sin causar ninguna sospecha en su oponente. Cuando llegó la tercera partida Lasker dijo: «Debe tener alguna ventaja el jugar sin la dama. Quizás porque el rey tiene más libertad de movimientos al no tener la casilla de al lado ocupada. Déjeme que yo le de ahora la dama. Creo que entonces lo haré mejor". El otro río: "¡Pero, eso es absurdo!". Le venzo dos veces con la dama de ventaja y usted quiere ganar sin la suya. Eso sería realmente ridículo". Lasker insistió y el hombre tuvo que ceder. Naturalmente, Emanuelle venció.
Algo confundido, su oponente explicó: "Bien, no he prestado mucha atención. Después de todo quizás le consideré demasiado flojo. Vamos a jugar otra partida." Pero Lasker insistió otra vez en darle la dama de ventaja, y volvió a ganar. Esta vez su oponente ya no sabía qué decir, descubriendo lo necio que había sido cuando encontró el nombre de Emanuel Lasker en la lista de pasajeros.