Deportes | EL MUNDO. x JAVIER SÁNCHEZ
Magnus Carlsen: 'No
quiero enfrentarme a un
ordenador' En su mirada arrastra una desidia de adolescencia que pocas veces rompe con sus palabras. Magnus Carlsen (Bærum, Noruega, 1990) con el tablero a sus pies y en su cabeza, esperanza de un ajedrez que, asegura, adora. «Es divertido, cualquier niño puede disfrutarlo. Yo lo descubrí de pequeño, me apasionó y me enganché al empezar a ganar. Me encanta ganar», declara a EL MUNDO, primero cándido y luego belicoso, como su juego, afrodisíaco para expertos y despertador de una generación.
Campeón del mundo a los 22 (ya 23), número uno del ranking desde los 19. ¿Qué objetivos se reserva para el futuro?
-Seguir aprendiendo. Quiero ganar torneos, defender mi título. Ya pienso en la próxima partida, pero mi motivación siempre ha sido el juego, comprenderlo por completo, divertirme. Cuando analizo partidas antiguas me sorprende ver lo poco que sabía hace pocos años y cómo he evolucionado.
El Gran Maestro español Miguel Illescas le define como «un híbrido entre hombre y máquina». ¿Está de acuerdo?
-No mucho. No quiero ser una máquina ni copiarlas; de hecho, me he formado más con libros y revistas que con ordenadores, aunque a veces se exagera sobre eso. Los utilizo, claro, en especial para preparar las aperturas, pero creo que menos que muchos de mis rivales.
¿Se ve compitiendo contra un ordenador?
-No. Me fascina el ajedrez como un juego entre humanos. Puedo utilizar un ordenador para analizarme o analizar a mis rivales, aunque nunca juego contra él. No me interesa enfrentarme a una máquina, quizá en un futuro lejano, pero ahora no.
La mayoría de sus rivales rondan los 40 años, su juventud se supone ventaja. ¿Hasta cuándo cree que será así?
-No lo sé. Mi edad me da ventaja, sí, pero no es suficiente. Me gusta jugar partidas largas, presionar así a mis rivales, pero para poder hacerlo no sólo importan los años, también es crucial la motivación de cada uno y la forma física.
Precisamente su juego se caracteriza por la agresividad, apenas firma tablas... ¿A qué se debe tanta voracidad?
-El ajedrez para mí es una lucha hasta el final. Así lo siento y, además, mis resultados me avalan. En posiciones donde habitualmente se empata, muchas veces queda mucho por jugar. Esas posiciones complicadas me gustan, son las que hacen que el ajedrez me apasione.
Entre 2009 y 2010, ya mayor de edad, le estuvo entrenando Gary Kasparov. ¿Qué aprendió de él?
-Mucho. Su forma de enfocar las posiciones dinámicas fue reveladora para mí. También me ayudó a conocer a mis rivales psicológicamente. Él se enfrentó a muchos jugadores actuales y sus opiniones me fueron muy útiles.
Antes, con 13 años, recién acabada la primaria y ya Gran Maestro, estuvo viajando por Europa con su familia disputando torneos. En Sanxenxo jugó el Campeonato de España con el club Magic Extremadura ¿Qué recuerda de entonces?
-Aquellos años fueron maravillosos. Poder viajar y centrarme en el ajedrez fue muy importante en mi carrera. De España tengo gratos recuerdos, no de aquel torneo en concreto, pero sí de muchos otros. Es un país que me encanta. Siempre me gustó el Torneo de Linares, que espero que solucione sus problemas, o la Final de Grand Slam de Bilbao, uno de mis torneos preferidos. Tengo ganas ya de regresar.
¿Ahí nació su madridismo?
-Soy del Real Madrid desde antes, desde muy niño, antes incluso de los galácticos. De pequeño simplemente me gustaba el equipo y con los años fui viendo más el fútbol, interesándome más con el juego y haciéndome más forofo.
¿Se siente un personaje de moda?
-No, aunque noto que aumenta el interés en el ajedrez y eso me gusta. Quiero que el juego llegue a más sitios, que sea conocido por el gran público. El pasado Campeonato del Mundo contra Anand fue televisado en directo en varios países con grandes audiencias y eso demuestra que aún hoy el ajedrez es un buen espectáculo televisivo.
Decía el propio Anand bromeando que a ver si encuentra novia y se olvida un poco del ajedrez. ¿Cómo lleva ese tema?
-Bueno... Muchos jugadores de ajedrez se han vuelto mejores al empezar una relación así que quizá es peor (Sonríe). Que conste que yo no me paso el día jugando a ajedrez. Le dedico horas pero tengo muchos otros intereses.
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