He aquí algunas sugerencias sobre cómo usted, lector, puede leer este libro para disfrutarlo y aprovecharlo al máximo. Le aconsejo que, aparte de leer las historias introductorias, a menudo interesantes, estudie también las partidas con atención, y en el orden cronológico en que se presentan. La progresiva reducción en las anotaciones que acompañan a las partidas en cada capítulo no significa que éstas sean menos interesantes. Al contrario; obedece a un claro propósito didáctico. Así, por ejemplo, no inicie el estudio con las 50 partidas comentadas o las 70 partidas notables; en su lugar comience con las 40 recomendaciones para el principiante, luego continúe con las 40 combinaciones explicadas. De hacerlo así, desarrollará sus capacidades para poder comprender las 50 partidas comentadas. Terminado este capítulo, habrá avanzado lo suficiente para entender mejor las 60 partidas en diagramas. Finalmente prosiga con las 70 partidas notables, con un solo diagrama en un momento crucial de la partida; incluso podría usted mismo intentar apuntar algunos comentarios por su cuenta.
Por favor, no repase las jugadas sólo con los ojos. ¿A quién le gustaría cantar en voz alta la partitura musical de un director de orquesta? Tampoco le agradaría a nadie, en mi sincera opinión, leer el libreto de una ópera en casa, por muy cómoda que fuera su sala de estar y aunque se sentara delante de la chimenea con un vaso de buen vino en la mano, en vez de acudir a la ópera donde se interpreta la obra, con actores y cantantes en directo…
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En el caso que nos ocupa, no hay diferencia alguna. No debería “leer” una creación artística, sino que debería mover las piezas en el tablero y hacer las jugadas una por una exactamente como sucedieron cuando se creó la obra de arte ajedrecística por vez primera. Hágalo en su propio tablero con sus propias piezas en silencio total, para poder seguir de cerca los acontecimientos que se desarrollan delante de sus ojos.
UNAS PALABRAS AL LECTOR, extracto 3
La mejor manera de hacer esto, estudiar una partida de ajedrez, es en tres etapas:
Primeramente, reprodúzcala partida entera sin detenerse más de dos segundos en cada jugada. Si le entra el deseo de hacer una pausa más larga, ¡no lo haga! Sólo marque la jugada a lápiz y siga reproduciendo la partida hasta que termine. Luego, aparte el libro, tómese una taza de té o café, relájese e intente, lo mejor que pueda, recordar de memoria el espectáculo que acaba de ver. Intente comprender las razones por las que se han tomado unas decisiones determinadas.
En segundo lugar, reproduzca la partida de nuevo, un poco más despacio en esta ocasión, y apunte con un lápiz todo lo que no percibió la vez anterior.
En la tercera fase, vaya directamente a esas marcas que ha hecho a lápiz y de vía libre a su energía imaginativa y creadora. Intente jugar mejor que mi contrincante y que yo mismo. Si no está de acuerdo, mire de cerca cada decisión de las blancas o de las negras con ojo crítico. Si estudia una partida así, podrá encontrar nuevos y útiles conocimientos que podrá usar en beneficio propio. Apunte sus hallazgos en un cuaderno para estudiarlos más adelante, cuando se estado de ánimo haya cambiado.
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