CENTRO ABIERTO, Conclusiones...
Podríamos decir que el centro abierto es un fenómeno simple. El espacio abierto, en el que los peones no traban la libertad de movimientos, es el escenario ideal para la actividad de las piezas. Los alfiles de largo alcance, en particular, situados en diagonales que atraviesan el centro, se comportan magníficamente en este entorno, pero también las piezas mayores que pueden presionar a lo largo de las columnas abiertas. Esa misma ausencia de barreras multiplica las posibilidades y acelera los ataques que, con un centro cerrado, requerirían la elaboración de lentas maniobras. Aquí no hay tiempo para maniobrar. Los ataques son necesariamente veloces, están precisamente dirigidos y se concentran sobre un objetivo concreto. En tales circunstancias, el elemento tiempo es un factor vital. En consecuencia, la lucha por conseguir ventaja en desarrollo y apoderarse de la iniciativa son rasgos característicos de todas las partidas que hemos seleccionado. No es por casualidad que el enroque largo reaparezca, partida tras partida, ya que acelera el proceso de desarrollo y crea rápidamente las condiciones para un ataque.
Tampoco es una sorpresa que la mayoría de estas partidas se ganen con secuencias tácticas. El sacrificio material está a menudo justificado por una ventaja espacial y una fuerte iniciativa, que a menudo son la manifestación externa del factor tiempo. Ahí radica la razón por la que los gambitos se caracterizan con frecuencia por el centro abierto, y también es la razón por la que es, en esencia, un mismo método de juego el que satisface los requerimientos de todas las posiciones abiertas. Retrocediendo a la lista de partidas analizadas, percibimos de inmediato que encontramos centros abiertos en diversos sistemas y variantes, y que los problemas y soluciones resultan más complejos a menudo que nos internamos en el siglo XX, pero la manera esencial en que se tratan estas posiciones no ha cambiado desde los días de Morphy y Anderssen. Las directrices generales acerca de tiempo y material, desarrollo, iniciativa, sacrificio, etc., siguen siendo las mismas. Lo que sí ha cambiado, sin embargo, es la actitud del maestro moderno. Aun respetando los principios generales, ha abandonado las reglas simplistas acerca del desarrollo desde hace mucho tiempo, y hoy en día afronta cada posición con creciente escepticismo. Cada posición se trata como un caso único, que contiene reglas propias. Su objetivo es entender estas reglas y actuar en consecuencia. Si careciese de tal actitud, Lev Polugaievsky nunca se habría inmerso en una posición que resulta de site jugadas de peones y cuatro de dama, en la fase crítica de la apertura, desafiando no sólo los parámetros teóricos, sino también la experiencia práctica.
Pero ¿qué tienen que ver aquí los peones?
En fuerte contraste con todos los demás tipos de centro, en los que la influencia de los peones sobre la estrategia general es dominante, su papel en el centro abierto disminuye por la naturaleza misma de la posición, pero no puede ser ignorado. Se limita a la primera fase de la partida, cuando los peones normalmente juegan uno o dos papeles. En un escenario representan el material a ser sacrificado a fin de apoderarse de la iniciativa: el material se transforma, así, en tiempo. En otro escenario, también frecuente se cambian en las primeras escaramuzas, a fin de abrir espacio en el centro y crear las premisas para la acción. Como ya señalé antes, su misma ausencia es significativa, causando y modelando las acciones e imponiendo el curso de la partida en un método distintivo de juego basado en la iniciativa y la actividad.
Concluyo esta discusión con un pequeño consejo práctico: en general, las posiciones caracterizadas por el centro abierto favorecen a las blancas, y las negras no deberían entrar en ellas a la ligera. Si sucede que usted interviene en una lucha de este tipo, ya sea con blancas o con negras, invierta en el desarrollo y el contrajuego activo, pues en posiciones abiertas el tiempo es el elemento crucial. Naturalmente, aunque sea útil tener esto bien presente, los jugadores fuertes saben que cada posición es un caso específico, que debe ser sometido a un preciso escrutinio analítico. Las apartidas anteriores, jugadas con la Variante Polugaievsky, constituyen una advertencia en ese sentido. Aunque las ideas a que nos enfrentemos desafíen los principios establecidos o se encuentren al límite de lo verosímil, debemos considerarlas con seriedad y verificarlas minuciosamente, jugada por jugada. Al nivel más alto, así ha sucedido siempre.
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